martes, 18 de octubre de 2011

MARCO ANTONIO CORCUERA: EL POETA Y EL BOSQUE

Escribe: Ismael Iglesias León (*)

Marco Antonio Corcuera hizo un doble legado a la patria. Fue el creador de una amplia producción literaria, hermosa y tierna, que dejó para que los peruanos la disfrutemos, y también propietario del Bosque de Cachil, el cual siempre cuidó con esmero, rescatando y manteniendo su naturaleza, bella y sorprendente, legándonos a la provincia de Gran Chimú, a La Libertad y al Perú entero, una reserva ecológica privada que la familia Corcuera pone ahora en valor tangible para que los peruanos, y sobre todo los libertenos, disfrutemos de la naturaleza hecha belleza.

Hace un mes y algo más las letras de la Región La Libertad, del Perú y de América, conmemoraron el 2do aniversario de la partida de un gran poeta. Un miércoles nueve de setiembre del 2009 murió uno de los más preclaros de sus hijos: Marco Antonio Corcuera Díaz. Aunque, como se dice, los grandes poetas nunca se marchan.

Casado con Celia García Granados y padre de Marco Antonio Martín, César Justo Abraham, Justo Paúl Iván y Julio Guillermo Rafael, hijo de Oscar Corcuera y Teodosia Díaz. Nació en Contumazá, el 19 de noviembre de 1917, como muchos de nuestros escritores que nacieron fuera de La Libertad, tomó a Trujillo como el lugar donde radicar definitivamente.

Aquí conoció a otros amigos intelectuales como Horacio Alva Herrera, Wilfredo Torres Ortega, Humberto Berríos Carranza, Héctor Centurión Vallejo, con quienes fundó la Revista Cultural “Cuadernos Trimestrales de Poesía” de la cual fue su director editándola con acierto y por lo que se extendió por todo el Perú y casi todo el continente americano. Además de deleitarnos con su escritura, gran parte de su vida la dedicó a promover la literatura en nuevos valores en el campo de la poesía a través del prestigioso concurso “Poeta Joven del Perú”.

Su extensa obra literaria está representada en sus poemarios que son: Semilla en el Paisaje, Sendero junto al Trino, La luz Incorporada, Piedra y Canto, El poeta espera respuesta, Los Aires del Alhelí, El Salmo Herido, Sonetos Transitivos, Halcones y Torcazas; Alba de Cosecha, Identidad, Estrella de Cinco Puntas.

Sus libros de cuento: La maldición burlada y otros cuentos, Agua de Tiempo, Los músicos de la aldea y otros cuentos infantiles, Alegoría primaveral, El coronel Aniceto Hoyos y otros cuentos. También cabe señalar a sus memorias y homenajes como Siembra de caminos y Homenaje a Contumazá.

También ha publicado las antologías “Poetas de la Libertad” que fue una recopilación de la mayoría de los poetas de nuestro departamento, “Tala en Silencio” y “Tareas de la Palabra”. Cuando él mismo leía sus versos, les imponía un cierto sabor angelical, que quienes lo escuchamos alguna vez, nos quedamos extasiados al tener una doble satisfacción, al escuchar una hermosa poesía y declamada por su propio autor. El quiebre de su voz, la cadencia y el ritmo que les imprimió, la tonalidad propicia, el gesto natural, eran suficientes acicates que enervaban a quien lo escuchaba, porque hizo sentir con suma maestría lo que quería decirnos. Si se trataba del agua, sentíamos mojamos; si cantaba al sol, lo teníamos en la palma de la mano sin quemarnos.

Marco Antonio Corcuera era grande en hacer sonetos donde imponía su calidad literaria brindándonos sonetos sumamente inmensos, reflexivos, filosóficos y tiernos. En éstos descubrimos al Corcuera que estamos describiendo: Paciente, sin lerda resignación, altivo y sereno, que nos hace contemplar con genuina resignación la vida y sus problemas, los cuales no nos enfrascan en queja dolorosa sino que, estoicos y conspicuos, nos capturan para contemplarla con lozanía y madurez.

Marco Antonio Corcuera tiene en su poesía una calidad de pensamiento en diversos temas. Cantó a su lar, su tierra natal, su Contumazá de toda la vida, pueblo al que amó con desmedido afán y lo perennizó en sentidas y maravillosas poesías.

También cantó a otros pueblos, a sus amigos, a la soledad y a todo cuanto se le presentó en su atento mirar, especialmente a la naturaleza.


CACHIL: UN PULMÒN PARA LA HUMANIDAD


Ese manantial de creatividad lo plasmó con majestuosa devoción representada en el Bosque de Cachil, bosque de neblina de su propiedad, primario, lo que quiere decir que nunca antes ha sido talado, enigmático, con flora y fauna misteriosas y únicas, donde las nubes se condensan y a través de las hojas, el vapor se convierte en gota de agua y de vida, que una a una, forman acequias y ríos que riegan, entre otros pueblos, a Cascas, capital de la provincia Gran Chimú, donde queda ubicado. Por los surcos de las parcelas de uva y pan llevar de Cascas, corre el agua del Bosque de Cachil, por las tuberías y grifos de nuestras casas, el agua potable de Cachil nos da la vida.

El poeta Marco Antonio Corcuera y su Bosque de Cachil, son dos dignos representantes de los muchas maravillas que el Perú tiene en la literatura y la naturaleza, y que por esas cosas de los peruanos, no son valorados en su verdadera dimensión, bien vendría recordar una frase de ese bello poema a Trujillo que el poeta creó y que está estampado en el busto que el Ministerio de Cultura le acaba de hacer en su sede de Trujillo: /Aquí precisa una bandera / que descubra su pecho de paloma / y abanique sus sangrantes alas / Aquí trujillanos de América/.

Marco Antonio Corcuera como todo gran poeta que nunca se marcha, vive siempre en el Bosque de Cachil, entre sus ramas se mece su alma, entre sus arroyuelos y cascadas, se escucha su voz cantando su poesía.

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