La tantas veces remodelada plazuela El Recreo ofrece en estos días un aspecto francamente deplorable. El histórico rincón de solaz tertulia, símbolo fundacional de Trujillo y atractivo turístico, ha pasado a ser un espacio sucio, denso, excesivamente transitado y peligroso, que aleja a propios y extranjeros.
Bares bullangueros, carteristas y callejones derruidos, le dan un aspecto tan deprimente que los bohemios de antaño ya no van y los turistas de hoy prefieren dar media vuelta a la altura de la calle Colón.
Son varios los esfuerzos y propuestas que se han dado para revalorar este hermoso espacio urbano de arquitectura colonial, desde la gestión de Jorge Torres Vallejo, pasando por Luis Santa María y Pepe Murgia. Todos han fracasado.
Esos cambios incluyeron -como se sabe- una enorme portada de ingreso, nuevas bancas, piso, farolitas, cadenas, techado del "reservorio colonial", arreglo de fachadas y guerra permanente a los ambulantes, pero no han funcionado.
La más audaz de las medidas fue, sin duda, la de establecer cafeterías al estilo París, con mesitas y sombrillas en la calzada; así los visitantes que circulaban por el céntrico jirón Pizarro culminaban su paseo en este lugar. Tampoco dio resultado.
El actual Alcalde Cesar Acuña, anuncia ahora una nueva remodelación, un cambio total de ornato, con bancas, jardines, sistema de agua en la pileta y seguro luces entre los árboles. La intención no es mala.
El asunto es que nada de lo que se haga funcionará mientras no se de un nuevo uso a la calle que cruza la plazuela. Un tema social que los "tecnicos" del municipio ignoran o no saben asumir.
Como es fácil observar, este lugar es paso obligado de los peatones provenientes de los distritos periféricos que ingesan masivamente por la avenida España a Pizarro y mientras eso suceda no habrá forma de conciliarlo con los proyectos que tratan de convertirlo en un espacio urbano de sosiego
Los visitantes del exterior buscan disfrutar del paisaje, sentados, tranquilos, charlando y tomando un café, mientras que el público que cruza la plazuela es el que simplemente pasa a su casa o su trabajo y consume "algo"al paso. No va descansar, ni recrearse.
Bares bullangueros, carteristas y callejones derruidos, le dan un aspecto tan deprimente que los bohemios de antaño ya no van y los turistas de hoy prefieren dar media vuelta a la altura de la calle Colón.
Son varios los esfuerzos y propuestas que se han dado para revalorar este hermoso espacio urbano de arquitectura colonial, desde la gestión de Jorge Torres Vallejo, pasando por Luis Santa María y Pepe Murgia. Todos han fracasado.
Esos cambios incluyeron -como se sabe- una enorme portada de ingreso, nuevas bancas, piso, farolitas, cadenas, techado del "reservorio colonial", arreglo de fachadas y guerra permanente a los ambulantes, pero no han funcionado.
La más audaz de las medidas fue, sin duda, la de establecer cafeterías al estilo París, con mesitas y sombrillas en la calzada; así los visitantes que circulaban por el céntrico jirón Pizarro culminaban su paseo en este lugar. Tampoco dio resultado.
El actual Alcalde Cesar Acuña, anuncia ahora una nueva remodelación, un cambio total de ornato, con bancas, jardines, sistema de agua en la pileta y seguro luces entre los árboles. La intención no es mala.
El asunto es que nada de lo que se haga funcionará mientras no se de un nuevo uso a la calle que cruza la plazuela. Un tema social que los "tecnicos" del municipio ignoran o no saben asumir.
Como es fácil observar, este lugar es paso obligado de los peatones provenientes de los distritos periféricos que ingesan masivamente por la avenida España a Pizarro y mientras eso suceda no habrá forma de conciliarlo con los proyectos que tratan de convertirlo en un espacio urbano de sosiego
Los visitantes del exterior buscan disfrutar del paisaje, sentados, tranquilos, charlando y tomando un café, mientras que el público que cruza la plazuela es el que simplemente pasa a su casa o su trabajo y consume "algo"al paso. No va descansar, ni recrearse.
Los expertos en marketing dirían a esto la incompatibilidad del publico objetivo. Y alli está el detalle. ¿Que hacer entonces?. Podrían verse estas alternativas:
- O se cierra el ingreso de la portada y se reserva el lugar como centro de atractivo turístico tradicional, estilo San Telmo de Argentina, lo que significa derivar la circulación peatonal a las calles adyacentes Bolivar eIndependencia.
- O se mantiene el mismo perfil de la zona, dándole un valor de cultura popular con actos para toda clase de público, como teatro, danza, marionetas, canto, que se pueden programar en forma diaria.
En fin, la primera de las opciones es radical y tiene sus bemoles, la segunda es más benigna y tal vez realista. Lo importante es que la plazuela no siga sufriendo la saturación desordenada de viadantes y la inclemencia del abandono en detrimento de su medio ambiente. Hagamos propuestas, participemos y salvemos este entrañable espacio monumental de Trujillo.
- O se cierra el ingreso de la portada y se reserva el lugar como centro de atractivo turístico tradicional, estilo San Telmo de Argentina, lo que significa derivar la circulación peatonal a las calles adyacentes Bolivar eIndependencia.
- O se mantiene el mismo perfil de la zona, dándole un valor de cultura popular con actos para toda clase de público, como teatro, danza, marionetas, canto, que se pueden programar en forma diaria.
En fin, la primera de las opciones es radical y tiene sus bemoles, la segunda es más benigna y tal vez realista. Lo importante es que la plazuela no siga sufriendo la saturación desordenada de viadantes y la inclemencia del abandono en detrimento de su medio ambiente. Hagamos propuestas, participemos y salvemos este entrañable espacio monumental de Trujillo.
GRACIAS A LAS AUTORIDADES ESTA ASI CONGRESO, AL GOBIERNO REGIONAL Y LA MUNICIPALIDAD, TENEMOS QUE AGRADECR QUE SEAMOS LA ULTIMA CIUDAD DEL PAIS.
ResponderEliminarAgradecer?, todo lo contrario, amigo, lamentar y procuparnos por corregir lo malo.
ResponderEliminarLa Plazuela de Trujillo fue rescatada por la Corporación de Turismo durante la gestión de Diego Arria, durante el primer gobierno de Rafael Caldera. Y era un lugar espectacular.
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